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Channel: Cuentos y poesías – El Juglar Inicial
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Farolito Luminiscente/ publicado en diario vivo

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Farolito Luminiscente de Patricia Iglesias Torres



Ilustración de Camila Santillán

Primer capítulo

Esta historia, no comienza con: "había una vez" sino con: "había una noche", una de esas noches de luna llena. El campo era una alfombra oscura con verdes ennegrecidos.

– ¡Ya oscureció!

– ¡Rápido, salgamos a danzar!

– Juguemos a la mancha tintineo.

– Hagamos arte de luz

– Sí, vengan uno arriba del otro, ¡jajajaja!

– A ver armemos una estatua, pero cuidaaaaaadooooooooo .

Y ¡rataplatum! ¡Todos al piso!

¿Quiénes al piso? Muchos bichitos de luz, Farolito y sus cinco hermanos: Luz María, Lamparita, Candil, Fulgor y la más pequeña, Ana Vela. Todos de apellido Luminiscente.

Cuando oscurecía, los bichitos de luz, comenzaban su jornada. Después de jugar un rato, iban a la escuela. Cuando la luna aparecía volvían a su casa. Merendaban y hacían la tarea. Cada uno con luz propia iluminaba su cuaderno fluorescente, escribían en un idioma esplendoroso. Luego, podían volar, libremente, hasta que mamá Lumbre decía:

– ¡¡¡¡¡Es hora de cenar!!!!!!

El sol, poco a poco, mostraba su anaranjada presencia en el horizonte. Los bichitos, pausadamente, apagaban sus luces y uno a uno se acostaban en las hamacas de hojas de alcanfor.

A la hora de despertarse, una a una se iba encendiendo sus pancitas. ¡Era tan energizante tener iluminación propia al iniciar el día! Volaban sin parar por la habitación: giraban, bajaban en perpendicular, subían. Era tal la velocidad y fuerza que, al ver esa estela, las estrellas fugaces se sorprendían.

– Farolito, se hace tarde para ir a la escuela, a la señorita Candela no le gusta esperar a sus alumnos.

– Hoy, para la clase de luminotecnia tenía que llevar una luz de bengala y me olvidé – dijo Farolito.

– Yo puedo prestarte la del año pasado – Dijo Lamparita – No te pierdas la clase, Farolito, es una de las lecciones más divertidas del año.

– Por eso hijo, apúrate que es muy tarde – acotó la madre.

A Farolito le gustaba ir al colegio. Estaba enamorado de la señorita Candela. Ella tenía un brillo especial y sus clases de literatura eran un lucero de buen gusto y sapiencia.

– Nunca podré saber tanto como ella – pensaba nuestro amigo en voz alta.

– Sí, podrás –

– ¿Eh? ¿Quién habló? – preguntó, Farolito, sorprendido.

– Yo, tu amigo invisible.

– Pero si sos invisible y nunca te vi ¿cómo decís que sos mi amigo? Y ¿Por qué nunca, hasta hoy, te escuché?

– Muchas preguntas. Demasiada ansiedad. Trataré de contestarte: porque los amigos se escuchan cuando uno tiene oídos atentos y el corazón abierto. Siempre estuve en tu interior, en tu pensamiento.

– Igual no creo que sepas cómo ayudarme.

– Así, estás cerrando la puerta, vamos amigo, anímate y piensa. A vervamos a hacer un juego. Tratá de completar mi frase: para conquistar a la seño Candela, tendría que

– Saber tanto como ella – dijo Farolito y continúo diciendo, mientras agachaba la cabeza – y yo no sé casi nada.

– Hay un lugar en donde podés aprender mucho.

– ¿Te parece?

– Sí, señor. A ver amigocompleta esta nueva frase: El lugar es la

– Casa de mi abuela, sí, cuando la escucho aprendo mucho.

– El lugar es la – repitió el amigo invisible.

– La habitación de Ana vela, ella, guarda allí todas las cosas que puedas imaginar, o la mente de mi papá, pero… ¿cómo me meto en su mente?

– Farolito, pensá – dijo el amigo invisible – es un lugar a dónde hay muchos libros la biblio

– teca! ¡¡¡La biblioteca!!!! – gritó Farolito – ¡¡¡¡Es verdad!!! Papá que es muy lumbrera, siempre dice: los libros dan todas las respuestas, cuando un niño lee, el mundo exterior y el mundo interior se conocen, se miran y jamás se desprenden.

– ¡Bravo Farolito! ¡Correcta respuesta! Entonces… ¿Vamos a la biblioteca?

– Me encantaría, pero… ¿cómo hago para llegar a la ciudad? Aquí en el campo no hay ninguna biblioteca.

– Con empeño. Amigo, se inicia la aventura.

– Pero… amigo invisible….mis padres no me van a dejar.

– Pensamientos pesimistas, ¿por qué? Verás que te dejarán.

A la hora de merendar, los seis hermanos estaban hambrientos de galletitas "Estrellitas", las preferidas de los bichitos de luz y de leche "Sol de noche", que era la leche más publicitada en los últimos tiempos.

– Mamá, papá, tengo algo importante que pedirles: un permiso luminoso.

– Hijo ¿cuál es tu pedido? – dijo el papá.

– Ir a la ciudad, a la biblioteca.

– ¡Oh! Llegar a la ciudad es muy peligroso hay que volar incansablemente, ¡hay insectos y animales devoradores! – dijo, preocupada, la mamá.

– Pero, mujer, no lo atormentes con inseguridades. Sabíamos que llegaría este momento, y es necesario. Hijo, tienes nuestro permiso. – aseveró el papá.

– Gracias, gracias – decía Farolito mientras aleteaba sin parar sobre ellos – Quédate tranquila mami, tendré mucho cuidado.

Desde ese momento, toda la familia Luminiscente, comenzó a ayudar al hermano mayor para su gran desafío.

Preparada la mochila con objetos varios de gran uso y utilidad, dando besos y abrazos brillantes partió con algunas lágrimas en los ojos.

– Adiós, mi querida familia, iluminen la noche, energicen la oscuridad.

– Hasta pronto hijito, no olvides abrigarte, si tomas mucho frío, bajan tus defensas y tu luz interna puede enfermarse.

– Adiós familia, pronto volveré con una nueva experiencia y una vieja ilusión.

Si querés leer el segundo capitulo: www.diariovivo.com


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