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Cuento: Un azahar por un limón

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Un azahar por un limón

En el jardín de la casa de Mercedes había cinco árboles que estiraban sus troncos y hojas al cielo. Un olivo, un naranjo, un pino, un limonero y un nogal que daba mucha sombra. El preferido de Mercedes era el limonero, porque sus flores blancas eran como pequeñas palomas, el aroma envolvente como un abrazo y las hojas poco frondosas le permitían ver el cielo. Había días que se acostaba debajo del limonero, panza arriba, con los brazos cruzados detrás de la cabeza y dormía largas siestas de ojos abiertos.

Una tarde se le ocurrió una idea. Sacó tres flores y las puso en un florero sobre su escritorio. Como el perfume de aquellas flores le encantaba, día a día durante todo el verano, cortó flores del limonero y disfrutó su aroma.

Llegó el otoño, una a una las hojas de los árboles volaban buscando otro lugar en donde ver el mundo. El naranjo estaba lleno de frutos. El limonero tenía un solo limón amarillo.

Primero se preocupó la abuela:

– ¿Qué le habrá pasado al limonero? Nos ha dado un solo limón.

Después notaron esto, la mamá, el papá, la hermana, el hermano y hasta la propia Mercedes que decía:

– ¿Por qué será que dio un limón?

– Voy a llamar al vivero. Allí hay un muchacho que entiende mucho de árboles. Quizá nos dé una solución – dijo el papá.

Así fue. Al otro día un jardinero, con un mameluco azul, vino a observar el limonero.

– Hummm, a ver, a ver. Ustedes ¿le tiraron algún veneno fuerte para hormigas veraniegas?

– No señor – contestaba toda la familia al unísono, hasta la perra Frida, movía la cabeza para un lado y para el otro, como diciendo no.

– ¿Lo regaron mucho?

– No señor – volvían a contestar todos.

– Hummm, difícil situación, déjenme estudiar este limón.

Sacó de una valija una lupa gigante. Tomó el único limón con una mano, sin sacarlo del árbol, acercándose tanto que, parecía como si se fuera a meter adentro del fruto.

– Hummmmmm, esto es muy raro… Quizá no lo vieron, pero algún pájaro arrancó los azahares.

– A mí me pareció verle pocos azahares este verano – dijo el papá.

– ¿Qué son los azahares? – pregunto distraídamente Mercedes.

– Pequeña, son las flores blancas que tiene el limonero. Luego esos azahares dan lugar a los limones, si alguien los arranca priva al árbol de tener frutos.

Al oír esto, Mercedes palideció, sintió como si el cielo fuera una nube negra y pesada que se le estaba por caer encima.

– Es muy raro. Tendremos que esperar hasta el próximo verano y ver qué pasa con este buen árbol – opinó la abuela.

Así pasó. Cuando el limonero se llenó de azahares blancos y perfumados Mercedes se sentó debajo de su sombra a leer un libro. Pero no cortó una sola flor. Disfrutó, minutos y horas, leyendo envuelta en aroma veraniego, debajo del limonero.

En otoño limoncitos, del tamaño de una uva, comenzaban a asomarse y en invierno, muchos limones amarillos y brillantes colgaban de las ramas. ¡Cuántas tortas, tés y mermeladas cocinaron Mercedes y su mamá! ¡¡Un azahar por un limón, esa fue su ecuación!!!

Patricia Iglesias Torres


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