Quantcast
Channel: Cuentos y poesías – El Juglar Inicial
Viewing all articles
Browse latest Browse all 20

Otro cuento del Ratón Perez…

$
0
0

¿Quién me cambia el cheque?

Esa mañana el Ratón Pérez tenía un grave problema. El banco en dónde tenía el dinero guardado, estaba cerrado por tres días por reformas. No sabía qué hacer para conseguir el dinero que necesitaba para dejarles de recompensa por los dientes caídos, a los nenes de todo el mundo.

Doña Cucarachita de Pérez, su esposa, quería colaborar buscando una solución:

– ¿Y si les cocino masitas y le dejás una debajo de cada almohada?

– No, querida, no creerían que soy yo.

– ¿Y si le dejas una cartita disculpándote hasta el próximo diente?

– Imposible, los chicos esperan monedas o billetes, no cartas.

– Y si mandas al Grillo Gutiérrez a que les cante una canción en compensación?

– Gracias, querida, creo que tengo la solución.

Así fue como fue al escritorio sacó, del cajón, una chequera muy gorda y una lapicera.

– Y, ¿querido? ¿Tenés una solución?

– Sí, les dejaré un cheque a cobrar dentro de tres días.

– ¡Qué buena idea!

Por la noche, una vez completados y firmados todos los cheques, el Ratón Pérez partió a retirar todos los dientes caídos en ese día, se fue con su patineta nueva y la bolsa cosida por la esposa.

A la mañana siguiente, Rocío, una de las nenas, a la que el día anterior se le había caído un diente, buscó debajo de la almohada el dinero y Oh, sorpresa tenía un cheque en recompensa que decía:

Ciudad de los ratones de cuentos, 20 de enero de este año $3

Dentro de3.días

Paguesé a: .Rocío La cantidad de pesostres..

Av. de la flor 163 – cuit.121251 ratón Pérez Ratón Pérez

Sucursal: Queso Gruyere

Lo mismo le pasó a Federico, Paco, Agustina, Camila, Augusto, Facundo, Santiago, Sebastián, etc., etc., etc… Bah! les pasó a todos los chicos que el día anterior habían dejado los dientes debajo de la almohada. Cada uno le mostró a su familia la rara recompensa que habían recibido. Ninguno entendía bien qué era un cheque y se preguntaban: ¿un cheque, servía igual que la plata? ¿Servía para pagar o para cobrar? ¿Se podía comprar en un quiosco, golosinas, con un cheque? ¿El Ratón Pérez se había vuelto loco?

Los grandes de todo el mundo explicaron y explicaron: que el cheque era una manera de pagar, que las personas iban al banco y allí le daban la misma suma de dinero como decía el papel, que no se podía comprar en un quiosco con un cheque. En fin ¡tantas respuestas!

Pero en realidad el problema era otro. Ninguno de los padres sabía de ése banco ni a dónde quedaba la ciudad de los ratones de cuentos. Es decir, todos los niños tenían un cheque pero nadie podía cobrarlo

En todo el mundo se hablaba de la rara noticia, los diarios, noticieros y hasta en Internet preguntaban a la gente el paradero de ese banco y esa ciudad. Pero nada ni nadie tenían la respuesta precisa.

Un abuelo que estaba en la plaza tomando sol, escuchó la noticia y se quedó pensativo.

Al otro día salió en el diario del pueblo, un clasificado, diciendo:

Queridos chicos casi sin dientes:

Estoy dispuesto a cambiarles los cheques del ratón Pérez.

Los espero en casa.

El abuelo Antonio.

Se armó un gran revuelo ante tal clasificado, vinieron periodistas de todo el mundo para hacerle reportajes al abuelo Antonio.

– Usted, ¿conoce al ratón Pérez?

– ¿Es millonario?

– ¿Cuanto hace que tiene amistad con el ratón Pérez?

– ¿En dónde está ubicada la ciudad de dicho Ratón?

– ¿Podrá usted cambiar los cheques a todos los chicos?

Éstas y muchas preguntas más le hacían al abuelo Antonio, quién respondió, una a una, con una sonrisa:

– En realidad, no conozco al ratón Pérez

– No, no soy millonario, sólo tengo unos ahorros para hacerme una dentadura postiza, nueva – y dijo en un susurro – a los viejos se nos caen los dientes pero nadie nos recompensa, ni vuelven a crecer nuevos. Pero como no me alcanza, prefiero darle una mano a estos chicos en problemas.

– No, no soy amigo del ratón Pérez, aunque me encantaría serlo.

– No conozco la ciudad de los ratones de los cuentos, aunque me gustaría conocerla.

– Por ahora, cambiaré algunos cheques con mis ahorros. Creo que para los chicos de mi barrio va a alcanzar.

Cuando otros abuelos escucharon las respuestas del abuelo Antonio, respondiendo estas preguntas, se sumaron a la cruzada, opinando:Cuánta razón tiene este viejo a mí tampoco me alcanzan mis ahorros para la dentadura postiza, mejor hago feliz a un niño o a varios de mi barrio

Y así pasó, los abuelos de diferentes barrios, pueblos, ciudades, países, que tenían ahorrado dinero para las dentaduras postizas cambiaron los cheques dejados por el Ratón Pérez.

Las buenas noticias llegaron hasta la casa del Ratón Pérez quién le dijo a su esposa:

– Qué lío armé.¡Claro! soy tan despistado que no me di cuenta que los chicos no saben lo que es un cheque, ni que nadie conoce mi banco ni mi ciudad. Tengo que solucionar esto. Pobres abuelos, se quedaron con mis cheques, sin plata y sin dentadura postiza.

Entonces el Ratón Pérez fue al banco ciudad de los ratones de cuentos (ya habían pasado los tres días de reformas) llenó su bolsa con dinero, para recompensar a los niños de esa noche y muchos billetes más.

A la mañana siguiente, los abuelos cambiadores de cheques no lo podían creer, debajo de su almohada encontraron: billetes con la misma suma que los cheques cambiados, una dentadura postiza nueva y una carta que decía:

Encantadores abuelos prestamistas, les agradezco su amabilidad de confiar en mi persona y cambiar los cheques a los niños.

Gracias nuevamente!

El Ratón Pérez

Pdta. : La dentadura va por los intereses.

Patricia Iglesias Torres


Viewing all articles
Browse latest Browse all 20

Latest Images

Trending Articles