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Channel: Cuentos y poesías – El Juglar Inicial
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HADAS DE CIUDAD I de Patricia Iglesias Torres/Ilustrado por Mechuk

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Muchas hadas viven en el bosque, casi todas. Pero yo conozco una que vive en la ciudad.

Moni es un hada de ciudad que eligió el barrio de Almagro para volar la vida, viaja en colectivo, subte o camina por la calle Corrientes.

Se posa sobre los jacarandaes, araucarias y palos borrachos del parque Centenario cada tarde de cada día.

Le encantan las paltas, las medias bordadas y hacer tarteletas de queso y aceitunas.

Es un hada guardiana de niños y niñas. Si te sorprende la lluvia, seguro que ella está a tu lado, sin que te des cuenta abre un paraguas de plata, que guarda en un monederito que lleva siempre en su mano derecha,  y te protege.

Como es un hada cuidadora tiene muchísimo trabajo y sabe transformarse según la necesidad. Si estás preocupado se hace tan pequeñita que se esconde en tu oído y susurra: “todo saldrá bien”  Y TODO SALE BIEN.

Cuando tenés miedo es un terrón de azúcar y al saborearlo te tranquiliza el alma.

Cuando te reís se tienta de risa con vos y hace “papelones de hada”  en cualquier lado. (Aunque sea un lugar muy serio y recatado).

Le encanta, como te dije antes, viajar.  El hada Moni  quiere que viajes como puedas: en bicicleta, patines, skate, tren, auto, a pata o colectivo.

Es tan feliz cuando viajas que te acompaña , en esos momentos tiene la habilidad de  volar bajito y  guiar tu camino.

A veces pasea por San Telmo, allí no sabemos bien por qué deja de cuidar niños y se encarga de una viejita olvidadiza y querendona. Pero eso lo hace sólo los domingos (Sí, tenés  razón: ella es un hada, pero también se merece un franco en la semana).

Igual… de lunes a sábado, y en el barrio de Almagro, está con exclusividad cuidando y disfrutando de ése pedacito de ciudad.

Ah, y no te preocupes si vivís en otro barrio, pues hay muchas hadas de ciudad que ya te contaré en otros cuentos.

Ahora, te voy a contar una de las aventuras del hada Moni en el barrio de Almagro.

Un día de enero en la heladería de Corrientes y Lambaré pasó algo muy extraño.

Todos los helados de chocolate se derritieron como si fueran agüita clara de río, en una décima de segundo. Los papás  compradores de helados pensaban que era por la lentitud de la lengüetada de sus hijos, pero al ver que a todos los papás compradores le pasaba lo mismo recurrieron al dueño de la heladería que, desesperado, oía los reclamos:

–          Señor heladero, devuélvame el dinero.

–          Un verdadero enchastre.

–          Una buena heladería vende helados con consistencia.

–          Una heladería sin helado de chocolate es un desastre.

La gente que caminaba por allí se paraba a mirar el espectáculo: niñas con vestidos manchados, niños llorando, personas con pancartas que decían: “NO a la desaparición del helado de chocolate”. Charcos, charquitos y charcazos color cacao en toda la vereda.

Antonio, el heladero, estaba fundido en plata y espíritu. Ya no podía pensar más.

Y ahí, como por arte de mariposas entró el hada Moni diciendo:

-Esto tiene solución. Organicémonos amigos .Hay que juntarse. Necesitamos que todo el barrio se reúna en el parque Centenario.

Fue un gran trabajo, todos los vecinos aunaron sus fuerzas y hasta La radio de la zona, llamada “la tribu”,  difundió la noticia. Todos y todas estaban allí, sentados en el parque como si fueran a oír un recital de rock.

El hada Moni  los vio y su sonrisa se reflejó en la esperanza de cada uno de los presentes. Con voz muy bajita dijo:

-Batamos con la mente lo que deseamos con el corazón.

Todo el barrio lo dijo. Convencidos y en un grito:

-Batamos con la mente lo que deseamos con el corazón.

Y sin saber cómo, el helado de chocolate volvió a ser el que era.

UMmmmmmmmmmmmmmmmm, fue todo lo que se oyó después.

Mientras el barrio saboreaba el  helado, el hada Moni revoloteaba  alrededor del lago del parque Centenario, luego se posó en una flor del jacarandá  y se quedó dormida.

Seguramente, vos te preguntarás: Y ahora, ¿a dónde está el hada Moni?

A veces, la podés encontrar  ayudando en la escuela. Otras acurrucando a algún bebé. Muchas viajando en colectivo y mirando por la ventanilla. Y de vez en cuando, derritiendo helados de chocolate en otras heladerías de Almagro.

Es que en estos tiempos no es fácil ser un hada de ciudad y a veces el hada Moni necesita divertirse.

Patricia Iglesias Torres

 


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